Juicio político a Fernando Lugo
No hace falta un juicio político ni conspiraciones para derrocar al gobierno, sino que el mismo se irá derrumbando por sí solo, por sus promesas incumplidas. En 15 meses de mandato, no existe nada concreto ni de la reforma agraria ni de la mentada renovación judicial. Y menos habrá posibilidad de desarrollar proyectos que beneficien al pueblo, en período electoral, puesto que las municipales ya están en ciernes.
Todos murmuran, pero nadie se anima hasta ahora a presentarlo. Algunos incluso sostienen que ya es inminente el juicio político al presidente de la República, Fernando Lugo. La causal sería mal desempeño de sus funciones. Pero el tarareo legislativo no pasa de ser una expresión de deseo de la oposición, puesto que hasta el momento nadie se atrevió a plantear tal figura contemplada en el artículo 225 de la Constitución Nacional.
En mayo pasado hubo un fallido intento, por parte del diputado colorado Juan Bernardo Ziett, quien anunció con bombos y platillos la presentación, pero posteriormente desistió de realizar la tramitación, argumentando la falta de apoyo de sus pares para que prospere su iniciativa en la Cámara de Diputados. Según el procedimiento establecido en la Carta Magna, la acusación tiene que ser formulada por la Cámara Baja, por mayoría de dos tercios y corresponderá al Senado, por mayoría absoluta de dos tercios juzgar en juicio político al acusado.
En una conversación informal con un legislador del Unace, me confirmó que este partido no acompañará una eventual presentación, y efectivamente tal es la postura pública asumida el mes pasado por Lino César Oviedo, líder de la citada agrupación política quien habló de dar por lo menos dos años de tiempo al nuevo gobierno, para que tantee despegar.
Ahora la postura de los patriaqueridistas también es vacilante, arguyen que tampoco es el momento de plantear un juicio político al jefe de Estado.
Solo resta hablar del Partido Colorado, que por una vivacidad innata sospecho que sus dirigentes jamás promoverán una acción que de prosperar permita llevar a la Presidencia de la República a su peor adversario político, en este caso un vicepresidente liberal.
Al contrario, a la ANR le favorece que Lugo esté cada vez más embrollado en su desliz, puesto que el país poco a poco va sumiéndose en el caos y por ende su gobierno dejará un nefasto precedente, de tal manera que sus electores, estimo que pensarán al menos dos veces para volver a votar a un candidato de su línea ideológica.
Mientras el presidente Lugo concentra su tiempo en desmembrar las Fuerzas Armadas, disfrutar del placer de un tour por el mundo y codearse con sus pares de otros países en islas paradisíacas como las de Galápagos de Ecuador, además de enfrentar dos demandas por paternidad, los colorados están rápidamente reagrupándose, con miras a recuperar el poder en el 2013.
Varios movimientos internos se reunieron ayer en la sede de la Junta de Gobierno, bajo el liderazgo del propio ex presidente del Partido Colorado, José Alberto Alderete y aseguraron que es posible retornar al poder en cinco años.
No hace falta un juicio político ni conspiraciones para derrocar al gobierno, sino que el mismo se irá derrumbando por sí solo, por sus promesas incumplidas. En 15 meses de mandato, no existe nada concreto ni de la reforma agraria ni de la mentada renovación judicial. Y menos habrá posibilidad de desarrollar proyectos que beneficien al pueblo, en período electoral, puesto que las municipales ya están en ciernes.
Si el presidente sigue demostrando su incapacidad de gobernar un país y no apela a un diálogo con los sectores políticos en busca de un consenso, difícilmente pueda disfrutar del “deber cumplido” al entregar su mandato tal como lo hizo aquel histórico 20 de abril de 2008, cuando con euforia celebró la caída del Partido Colorado, luego de 60 años de hegemonía.
Nilza Ferreira, en La Nación
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